lunes, 19 de diciembre de 2016

Textos a comentar

Elegir uno de los textos ofrecidos y realizar un comentario de acuerdo con las pautas ofrecidas. Los textos corresponden al periodo de la Guerra de la Independencia y el reinado de Fernando VII

Abdicaciones de Bayona

Manifiesto de los persas

Jura Constitución 1812 por Fernando VII

Anulación de los actos del gobierno constitucional

Manifiesto de Abrantes (no elegible, ya utilizado como ejemplo en clase)





viernes, 11 de noviembre de 2016

Tema 3: La Monarquía Hispánica: Los Reyes Católicos y los Austrias

Tema 3: La Monarquía Hispánica: Los Reyes Católicos y los Austrias



Los Reyes Católicos

El reinado de los Reyes Católicos ha sido frecuentemente considerado como el punto de partida de España como estado moderno. En efecto, la monarquía autoritaria se impuso finalmente a la nobleza, se unificaron políticamente todos los estados peninsulares menos Portugal, se implantó la unidad religiosa y se descubrió América. Pero la unión de los reinos de España seguía siendo dinástica y patrimonial.

Unión dinástica:

La unión dinástica de los Reyes Católicos se inició con el matrimonio de Isabel y Fernando en 1469. En 1479, Fernando se convirtió en rey de Aragón. En Castilla, la Guerra de Sucesión culminó con el triunfo de Isabel también en 1479. El matrimonio entre Fernando e Isabel no supuso en ningún momento la formación de un estado unificado. Al contrario, cada reino mantuvo sus propios fueros e instituciones. Se trataba, por tanto de una unión dinástica o patrimonial de carácter medieval.

Castilla y Aragón eran estados muy diferentes a fines del siglo XV. Castilla tenía mucha más población que Aragón y su economía era mucho más dinámica (especialmente la ganadería y el comercio de lana con Flandes); además, era un reino unificado y con una larga tradición de autoritarismo monárquico. Por el contrario, la Corona de Aragón parecía más una confederación de reinos en los que el gobierno se basaba en la tradición pactista entre el rey y las Cortes. Estas circunstancias hicieron que los Reyes Católicos basaran su poder sobre todo en los recursos de Castilla.

La unión matrimonial fortaleció a ambas coronas y éstas iniciaron una política expansiva con el objetivo de unificar los demás reinos peninsulares.

Política internacional

La unión de las coronas de Castilla y Aragón convirtió a la monarquía de los Reyes Católicos en una de las potencias políticas más importantes de Europa. La política exterior de los Reyes Católicos siguió las siguientes directrices:

Integración de todos los territorios peninsulares.
  • Entre 1482 y 1492 se produjo la Guerra de Granada. Los Reyes Católicos terminaban así la Reconquista tras más de dos siglos de interrupción.

  • Navarra fue conquistada en 1512, tras la muerte de Isabel.

  • Los Reyes Católicos no pudieron incorporar Portugal, a pesar de que lo intentaron por vía de matrimonio. Sin embargo, este tipo de alianzas matrimoniales prepararon su incorporación en el siglo XVI (1580).


Expansión marítima tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo
  • Guerras de Italia: incorporación de Nápoles a la Corona de Aragón y predominio español en buena parte de Italia.
  • Ocupación de las plazas del Norte de África: la ocupación de las plazas de Melilla, Orán, Trípoli… destinada a acabar con los nidos de piratas berberiscos que asolaban las costas españolas
  • Expansión atlántica: conquista de las Islas Canarias y, sobre todo, descubrimiento e incorporación paulatina de América a la Corona de Castilla a partir de 1492 (ver abajo)


Política matrimonial que tenía como función atraer a Portugal para unirlo a los otros reinos de la Corona y aislar a Francia. Por ello, los hijos de los Reyes Católicos se casaron con varias familias reales europeas:
  • Isabel y María se casaron con Manuel I de Portugal (no al mismo tiempo)
  • Catalina de Aragón se casó con Enrique VIII de Inglaterra
  • Juan se casó con Margarita de Austria
  • Juana la Loca con Felipe el Hermoso

Esta política matrimonial produjo al final la gran herencia política de Carlos


Política interior

No crearon ninguna figura nueva o completamente original, sino que hicieron uso de las instituciones medievales ya existentes adaptándolas a las nuevas necesidades y siempre con el objetivo de reforzar el poder monárquico.

El Consejo Real de Castilla se siguió reuniendo, pero las nuevas necesidades de una monarquía cada vez más compleja condujo al establecimiento de los Consejos Especializados de gobierno (Inquisición, Órdenes Militares, Aragón, Militar, etc). Sus miembros eran cada vez más juristas especializados, desplazando a la nobleza, a la que por otro lado se aseguraban sus privilegios sociales y económicos.

Se refuerzan cargos como secretarios reales (altos funcionarios del Reino que actúan como representantes de los reyes ante el resto de organismos) y virreyes (representantes del poder real en territorios en los que estos no estaban presentes)

Las Cortes de ambos reinos se reunieron pocas veces, solamente en casos de impuestos extraordinarios o ceremoniales (jura de herederos)

La Administración de Justicia: los Reyes católicos aumentaron el número de tribunales superiores y fijaron su residencia en un lugar determinado: dos chancillerías (Valladolid y Granada) y dos audiencias (Santiago y Sevilla), además situaron otra audiencia al frente de cada reino de la Corona de Aragón y de Navarra

Municipalmente, se potencia la figura del corregidor, juez en primera instancia y agente real que gobernaba los principales ayuntamientos.

Establecimiento de la Santa Hermandad como organismo de seguridad interior para defenderse del bandolerismo.


Los Reyes Católicos utilizaron la religión como elemento de unificación territorial y refuerzo del poder real

En 1492 se decretó la expulsión de los judíos que no se convirtieran al cristianismo (marcharon unos 100.000).

Entre 1501-02 se expulsó a los mudéjares (musulmanes).

Inquisición o Tribunal del Santo Oficio. Este perseguiría a los herejes que no respetaban la ortodoxia católica. Además, la Inquisición se convirtió en un organismo de poder para la Corona, que tenía el poder de nombrar a los inquisidores y que podía actuar en cualquiera de sus reinos sin preocuparse por fueros o fronteras.

Finalmente, se fomentaron las regalías (intervención y hasta control del poder político en los nombramientos eclesiásticos)


América: Descubrimiento, conquista y colonización

En 1492, propuso a los reyes una ruta alternativa a la costosa ruta africana para llegar a Asia: navegar directamente hacia el oeste. Colón firmó con los Reyes Católicos las generosas Capitulaciones de Santa Fe que le nombraban gobernador de todo lo que descubriera y le otorgaban un décimo de los beneficios que se obtuvieran. El 12 de Octubre de 1492 la expedición llegó a la Isla de San Salvador y descubrió Cuba y La Española (Santo Domingo). Tras éste realizó otros tres viajes en los que descubrió buena parte del Caribe y la costa de América del Sur. Aunque Colón no lo supo nunca, en realidad había fracasado en su objetivo de llegar a Asia por el oeste, pues se encontró un continente inesperado.

El descubrimiento de América volvió a replantear las relaciones entre Castilla y Portugal, pues, según el Tratado de Alcaçovas (1478), a Castilla sólo le correspondían las Canarias. Finalmente el acuerdo llegó en el Tratado de Tordesillas (1494), que dividía los dominios de Castilla y Portugal por un meridiano a 370 leguas al oeste de Cabo Verde (este acuerdo concedía Brasil a Portugal).

Tras los primeros descubrimientos, la actividad de los exploradores continuó adelante, así, en Núñez de Balboa cruzó el Estrecho de Panamá y descubrió el Océano Pacífico. Por su parte, Magallanes y Elcano recorrieron América del sur, cruzaron el Estrecho de Magallanes y Elcano culminó la primera vuelta al mundo (1519-1522).

La conquista de Méjico fue culminada por Hernán Cortés entre 1519 y 1521. Entre 1531-1533 Pizarro y Almagro conquistaron el Imperio Inca, que se extendía por el Altiplano Andino, desde Ecuador hasta Chile. Méjico y Perú fueron las bases del poder español en América, pero tras su conquista, las exploraciones continuaron más allá, hasta controlar España las zonas más ricas del continente desde Florida hasta Argentina a mediados del siglo XVI.

La colonización americana. La explotación del indígena

Tras la conquista se produjo la colonización. La emigración de los españoles a América estuvo rigurosamente vigilada por la Casa de Contratación (no se permitía emigrar a los conversos o a los súbditos de la Corona de Aragón). De este modo, la emigración a América no pudo ser muy numerosa y se produjo un intenso mestizaje.

Las consecuencias de la conquista fueron nefastas para los indígenas. Aparte de las muertes directas durante la conquista, las enfermedades introducidas por los españoles provocaron un auténtico genocidio en ciertas zonas de América (por ejemplo, en el Caribe). Los españoles pronto empezaron a explotar la agricultura en las nuevas tierras, pero lo que más les interesaba eran las riquezas mineras, el oro y la plata. La plata era especialmente abundante, sobre todo en las minas de Zacatecas (Méjico) y de Potosí (Perú). El gran problema para la explotación de estas riquezas era la falta de mano de obra. Desde el principio de la conquista, los indios fueron considerados súbditos del rey de España, y, por tanto, no podían ser esclavizados sin justificación. Esto se intentó solventar trayendo esclavos de África, pero además se desarrollaron diferentes sistemas de explotación de los indios.

El Requerimiento fue la forma más temprana de esclavización, consistía en “requerir” a los indígenas a convertirse al cristianismo, y en caso contrario esclavizarlos. Dio lugar múltiples abusos.

La Encomienda era una institución de origen hispánico que se aplicó en América. Consistía en que a un español se le otorgaba un grupo de trabajadores indios siempre que se comprometiera a cristianizarlos y tratarlos con justicia, sin control alguno sobre este particular.

La Mita era una institución de origen Inca que consistía en un sistema de trabajo por turnos por parte de las comunidades indígenas. Los españoles lo aplicaron en el Alto Perú para la explotación de las minas. Fue una institución especialmente odiada por los indígenas por tratarse de una explotación inhumana.

Los abusos provocados por estos sistemas de explotación provocaron una polémica ideológica entre los clérigos españoles. El primero que denunció estos abusos fue Fray Bartolomé de las Casas en su Breve Historia de la Destrucción de las Indias; su lucha tuvo como fruto las Leyes Nuevas de 1542 que prohibían los abusos de los encomenderos. Sin embargo, la lejanía de América impidió que estas leyes se aplicaran de una forma efectiva

La administración y gobierno de América se llevó a cabo con instituciones presentes en la Península y en la propia América. 

En España hay que destacar.

La Casa de Contratación (en Sevilla desde 1503 y en Cádiz desde 1690), regentaba el monopolio de comercio, la emigración a las colonias y organizaba el sistema de flotas con América.

El Consejo de Indias también radicaba en Sevilla y era un consejo especializado formado por juristas. Era la principal instancia jurídica y legal de América por debajo del rey (redactó las Leyes Nuevas de 1542).

Y en América:

Los virreyes eran el alter ego del rey en las colonias y, por tanto, tenían una importante autonomía y poder dada la lejanía de sus territorios. Esta institución tenía su origen en la Corona de Aragón y en principio se formaron dos virreinatos: Nueva España (Méjico) y Perú.

Las Gobernaciones eran las circunscripciones administrativas en que se dividían los virreinatos. Su número fue aumentando hasta una treintena a medida que progresaban las conquistas. En las fronteras o lugares poco pacificados se situaban las Capitanías Generales con carácter militar.

Como en España existían los corregidores como agentes reales en los principales municipios o cabildos.

Las Audiencias tenían como en España funciones de tribunales de justicia superior, sin embargo, también actuaban como organismos de gobierno. Su número llegó a diez en el siglo XVI y los actuales países de Latinoamérica se han formado grosso modo a partir de ellas.



El Imperio de Carlos V

El Imperio de Carlos I de España y V de Alemania (1516-1556) se formó por una enorme herencia no premeditada, debido a una política matrimonial iniciada por los Reyes Católicos con el objetivo de aislar a Francia.
  • De su abuelo paterno Maximiliano de Habsburgo, recibió Austria y los derechos de sucesión en el título imperial.
  • De su abuela paterna, María de Borgoña, recibió Flandes y el Franco Condado.
  • De su abuelo materno, Fernando el Católico recibió la Corona de Aragón que incluía además sus dominios italianos de Sicilia, Cerdeña y Nápoles.
  • De su abuela materna, Isabel la Católica recibió la Corona de Castilla, Navarra y los dominios americanos


Además, durante su gobierno crecieron enormemente los dominios americanos, conquistó Milán y fue coronado emperador del Sacro Imperio. Esta herencia motivó el sueño de Carlos V de recrear el Imperio Universal Cristiano: todos los monarcas e Europa unidos por una sola fe y un solo emperador en lucha contra los turcos. Sin embargo, esta pretensión fue imposible de llevar a la práctica, pues, Carlos V no consiguió ni la unidad política ni la religiosa.

Conflictos Internos

El más grave fue la Rebelión de las Comunidades de Castilla (1521-1523). Esta se produjo por varias razones: el descontento por los consejeros extranjeros que trajo Carlos V (Adriano de Utrecht), la utilización de los recursos de Castilla para pagar la política imperial y los gastos de su elección como emperador, la necesidad de que el rey tuviera más en cuenta las Cortes y las ciudades, etc. En ciertas ciudades como Toledo, Salamanca o Segovia, la baja nobleza (Padilla, Bravo, Maldonado), tomaron el poder y formaron comunas. Carlos V obtuvo la victoria final tras conseguir la división entre comuneros y alta nobleza.

El Conflicto de las Germanías (1520-22) se desarrolló en el Reino de Valencia como eco del conflicto de las Comunidades de Castilla. Consistió en una rebelión esencialmente antiseñorial. En este caso, Carlos V apoyó claramente a la alta nobleza para aplastar la rebelión.

Ambos conflictos reforzaron el autoritarismo monárquico, mediante el mantenimiento de los intereses económicos de la Alta Nobleza a cambio de su subordinación política.

Conflictos exteriores

Carlos V mantuvo cuatro guerras contra Francisco I y Enrique II de Francia: existían múltiples lugares de enfrentamiento (Italia, Navarra, Rosellón, Flandes, etc.). En 1525, Carlos V venció en la Batalla de Pavía a Francisco I, y posteriormente saqueó Roma a consecuencia de la alianza del Papa Clemente VII con el rey francés. Sin embargo, los conflictos con Francia continuaron a lo largo del reinado.

El emperador consiguió frenar la expansión turca que amenazaba Viena, sin embargo, fracasó al intentar tomar Túnez (1535) y así solucionar el problema de los piratas berberiscos.

Probablemente el más grave por sus repercusiones fue el conflicto religioso en Alemania. En 1517 Lutero inició su Reforma y pronto fue apoyado por algunos príncipes alemanes que veían en ello una manera de desafiar el poder del Imperio. En principio, Carlos V intentó una solución de compromiso con Lutero en las Dietas de Worms (1521) y Spira (1529), pero la vía negociada fracasó, dando lugar a la Guerra de la Liga de Esmalkalda. En dicha guerra Carlos V tuvo algunos éxitos como la Batalla de Mühlberg (1547); sin embargo, a la larga, los gastos de los conflictos contra luteranos y franceses le obligaron a llegar a un acuerdo con los protestantes: la Paz de Augsburgo (1555). Esta paz dividía el Imperio en dos zonas, la católica y la protestante y exigía que todos los súbditos tuvieran la religión de su rey o príncipe.

Este fracaso llevó a Carlos a renunciar al poder, desgajando de la herencia de su hijo Felipe el título de emperador y los estados alemanes, que legó a su hermano Fernando; después, se retiró al monasterio de Yuste hasta su muerte.


La Monarquía Hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.

Se denomina al reinado de Felipe II (1556-1598) la Monarquía Hispánica. Esto se debe a que Felipe II centró sus esfuerzos políticos en que el centro de su imperio fuera España y que éste se convirtiera en un estado hegemónico, pero renunció al Imperio Universal. No renunció, sin embargo, a la defensa del Catolicismo, que ahora se enfrentaba al crecimiento del Protestantismo (Luteranismo, Calvinismo, etc.).

Política exterior

Felipe II tuvo que hacer frente a los compromisos políticos de su padre.

El compromiso más importante fue la terminación de la guerra contra Francia. En la Batalla de San Quintín de 1558 Felipe II derrotó a los franceses. Esta batalla forzó la paz definitiva entre los dos países (Paz de Cateau-Cambresis), debida al agotamiento financiero de España (bancarrota de 1557), y al inicio de las Guerras de Religión en Francia.

Hacia 1570, la ofensiva turca en el Mediterráneo se hizo especialmente virulenta. Los turcos arrebataron Chipre a Venecia y ésta pidió ayuda a España. Venecia, España y el Papado formaron la Liga Santa comandada por Don Juan de Austria. Éste derrotó a los turcos en la Batalla de Lepanto (1571), que frenó el avance turco en el Mediterráneo,

El problema más importante al que se enfrentó Felipe II fue el de los Países Bajos. El conflicto tuvo causas económicas y políticas, pero las más graves fueron las religiosas: el norte calvinista se enfrentó al sur católico y Felipe II luchó por la uniformidad religiosa católica. La guerra estalló en 1568 con la rebelión de las Provincias Unidas de Holanda. Felipe II recurrió a la fuerza y envió al Duque de Alba que ejecutó a los principales cabecillas, pero no pudo evitar la independencia de facto de Holanda. La Guerra de Flandes duró ochenta años y fue una auténtica sangría para los tercios y la hacienda española.

A partir de los años 80 Inglaterra se sumó a los enemigos de Felipe II. Por un lado, la Inglaterra Isabelina desafiaba el poder marítimo de España en el Atlántico y el monopolio del comercio con América. Además, había un problema religioso. Inglaterra era una potencia protestante y ayudaba a los rebeldes holandeses contra los tercios españoles. Este doble desafío provocó la respuesta militar de Felipe II: la Armada Invencible (1588), que fracasó en su intento de invadir Inglaterra. Esta derrota supuso la pérdida de la hegemonía marítima española en el Atlántico.

Entre 1580 y 1581 se produjo la incorporación de Portugal a la Corona de Felipe II. Éste reclamó el Reino por la herencia de su madre Isabel de. Portugal mantuvo sus leyes e instituciones. Su incorporación a la corona de Felipe II supuso la unidad política de toda la Península, además añadió su propio imperio colonial (Brasil, Indonesia, Molucas, etc.) al español.

Política interna

En época de Felipe II se puede hablar de una tendencia al Absolutismo Monárquico, es decir, el poder total del rey sobre cualquier otra institución de sus reinos. Felipe II estableció la capital en Madrid y desde allí gobernó sus estados. Para gobernar este gran imperio tuvieron que desarrollar una compleja administración que llamamos Sistema Polisinodial. Este consistía en una extensión del sistema de consejos especializados. Estos se fueron creando a medida que fueron necesarios:
  • Consejo de Estado: dirigía la política exterior
  • Consejos Territoriales: consejos de Castilla, Aragón, Portugal, Italia, Flandes.
  • Consejos Técnicos: Inquisición, Ordenes Militares, Hacienda (especialmente importante a partir de esta época), etc.


Los virreyes se extendieron por todos los reinos alejados de Castilla (Italia, Flandes y especialmente, por América). Las Audiencias siguieron siendo los organismos más importantes para el ejercicio de la justicia. Cada vez se convocó menos a las Cortes.

Principales conflictos:

Corona de Aragón: el caso de Antonio Pérez. Éste era el secretario aragonés de Felipe II que fue acusado por éste de corrupción y venta de secretos. Antonio Pérez huyó a Aragón y se colocó bajo la protección de sus fueros y del Justicia de Aragón. Entonces Felipe II recurrió a la Inquisición tras acusarle de herejía. Esta maniobra fue juzgada como un atentado a los fueros y derechos de Aragón y provocó una rebelión que el rey tuvo que reprimir por la fuerza (ejecución de Lanuza, Justicia de Aragón).

Rebelión de los moriscos de las Alpujarras (Granada). Los moriscos eran cristianos sólo de nombre, pues en realidad practicaban la religión y cultura islámicas. Felipe II les acusó de ser posibles colaboradores de la expansión turca por el Mediterráneo, aunque la verdadera razón del conflicto era perseverar en la uniformidad religiosa del Reino. Los moriscos se rebelaron ante el acoso de las autoridades y fueron sometidos, expulsados y/o dispersados por el resto de España.



Austrias Menores, (Felipe III, Felipe IV, Carlos II)


Felipe III (1598-1621)

Poco dado a los asuntos de Estados, pese a heredar el mayor imperio conocido hasta esa época, se desentiende del gobierno e inicia la tradición dejar el gobierno en manos de los validos con el Duque de Lerma, que aprovechó su cargo para su enriquecimiento personal. Mantuvo una política exterior pacifista (tratados de paz con Francia e Inglaterra, tregua de 12 años con las Provincias Unidas). Esto se debió a la mejora de las circunstancias internacionales, pero también al agotamiento de la hacienda española (bancarrota de 1607). Sin embargo este período de paz fue desaprovechado para sanear la hacienda, pues los gastos suntuarios de la corte sustituyeron a los gastos militares.

Aparte de su política exterior el hecho más importante de su gobierno fue la expulsión de los moriscos (1609-1614). Las consecuencias demográficas de esta expulsión fueron nefastas (una pérdida de 300.000 personas), y fueron especialmente graves en Valencia y Aragón, donde los moriscos mantenían una fértil agricultura.



Felipe IV (1621-1665)

Su valido, el Conde-Duque de Olivares (Don Gaspar de Guzmán), intentó realizar reformas económico-políticas que fortalecieran a la monarquía. Sin embargo, su carácter autoritario y las guerras que tuvo que afrontar impidieron que se llevaran a cabo.

Las reformas más importantes de Olivares querían uniformizar las leyes e instituciones de los diferentes reinos hispánicos:

Creación de un Banco Estatal. Esto le liberaría de los prestamistas extranjeros e impediría la salida de metales preciosos. Sin embargo, fracasó pues se obligaba a los privilegiados a aportar parte del capital.
Unificación Jurídica e Institucional: Olivares propuso que todos los reinos de Felipe IV deberían abandonar sus fueros e instituciones propias y aceptar las de Castilla.
La Unión de Armas fue el proyecto más ambicioso. Consistía en crear un enorme ejército permanente que debería ser mantenido por las aportaciones fiscales de todos los reinos de la monarquía y no sólo por Castilla. Con ello se conseguiría una fuerza militar para mantener la hegemonía militar en Europa. El plan fracasó por la oposición de las Cortes de Aragón, Valencia y, sobre todo, de Cataluña.

El fracaso de las reformas impidió el saneamiento de las finanzas reales, devastadas por los gastos militares, por lo que la monarquía se declaró en bancarrota cuatro veces durante el reinado de Felipe IV.

Política exterior:

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) estalló en Alemania como un conflicto político-religioso entre los protestantes del Norte y los católicos del sur liderados por los Habsburgo austríacos. España se vio pronto mezclada en este conflicto como principal defensora del Catolicismo y por la cercanía de los Países Bajos a la guerra. Esto reactiva la guerra de Flandes y la guerra con Francia, lo que, unido a los conflictos internos de 1640 (ver abajo), llevó a España al agotamiento, de tal modo que empezó a cosechar derrotas (Batalla de Las Dunas, Batalla de Rocroi, 1643).

En el Tratado de Westfalia (1648) termina la Guerra de los Treinta Años y los protestantes salen victoriosos. España se ve obligada a reconocer la independencia de las Provincias Unidas de Holanda. En la Paz de los Pirineos (1659) concluye la guerra contra Francia. España pierde la hegemonía europea en favor de Francia, además pierde Rosellón-Cerdaña, Artois y varias plazas de Flandes.

Política interior:

La Crisis de 1640:

La Rebelión de Cataluña (1640-1652). En 1640 Cataluña estaba en plena línea del frente en la guerra contra Francia. El ejército español (mayoritariamente castellano) ocupaba Cataluña y la propia población catalana sufría los abusos de éste. Olivares insistía en que Cataluña debía contribuir a pagar ese ejército que la defendía de Francia. Esta tensión derivó en la rebelión de los segadores que asesinaron al Virrey (Corpus de Sangre de 1640). Cataluña se rebeló contra Felipe IV y entregó el principado al rey de Francia. Felipe IV convirtió la recuperación de Cataluña en el objetivo fundamental de su política y lo consiguió tras un acuerdo en 1652 (Felipe IV se comprometía a respetar los fueros catalanes).

Rebelión e Independencia de Portugal (1640-1668): Portugal estaba siendo perjudicada por su pertenencia a Felipe IV, pues los holandeses aprovecharon su guerra contra este rey para capturar el Imperio Colonial Portugués. España era incapaz de defender estos territorios, de este modo en 1640 el Duque de Braganza, al frente de la nobleza portuguesa, se proclamó rey Juan IV y apoyado por Francia e Inglaterra se rebeló contra España. Esta tuvo que reconocer la independencia portuguesa.


Carlos II (1665-1700) 

En este período, pese a cierta recuperación económica, una España en decadencia debe mantenerse a la defensiva frente a las continuas agresiones de Francia: pierde el Franco Condado y varias plazas de Flandes. La extrema debilidad a todos los niveles del rey hizo que diversos validos se sucedieran en el gobierno, sin ningún tipo de proyecto político sólido. Carlos II muere en 1700 sin descendencia y en su testamento lega todos sus reinos a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, con la condición de que éstos permanezcan unidos bajo una misma corona.

Economía, sociedad y cultura con los Austrias

Demografía: La población española creció en el siglo XVI, en conexión con la fase de expansión económica en toda Europa. En el siglo XVII toda Europa vivió una intensa decadencia demográfica y económica, pero dicha decadencia fue mucho más grave en España. La Crisis demográfica supuso un descenso de la población española. Esto fue debido a la persistencia de la peste, la expulsión de los moriscos, las dificultades económicas y las guerras constantes.

Economía: Uno de los fenómenos más importantes de la economía del siglo XVI fue la llamada Revolución de los Precios, es decir, el crecimiento sostenido de precios y salarios durante todo el siglo. En la Revolución de los Precios fue esencial la llegada masiva de oro y plata desde América que hizo aumentar la masa monetaria. Sin embargo, también fue importante el aumento de la demanda por el crecimiento demográfico. La Revolución de los Precios fue muy perjudicial para la artesanía española, pues el ascenso de los precios la hacía poco competitiva en el exterior. Además la Corona no llevó a cabo inversiones productivas sino que sus gastos eran suntuarios y bélicos. El oro y la plata americanos terminaban en manos de banqueros extranjeros de manera que el capital en España siguió siendo escaso. En el siglo XVII, la crisis económica fue generalizada. Además, el contrabando inglés, holandés y francés hundió el monopolio comercial con América. La crisis fiscal llevó a la Corona a constantes bancarrotas. Al fracasar las reformas de Olivares se tuvo que recurrir a soluciones económicamente nefastas: venta de títulos y cargos públicos, aumento de los impuestos indirectos y la peor de todas: las alteraciones y manipulaciones monetarias, que provocaron una inflación galopante y un desbarajuste monetario. Se comenzó a remontar a fines del siglo XVII, a partir de 1680. La recuperación fue mucho más temprana en la periferia que en el centro, de modo que el peso demográfico y económico reforzó a las zonas litorales mientras el interior se debilitaba. Así hay que mencionar la temprana recuperación de Cataluña que, a partir de 1700 se convierte en una de las regiones más prósperas de España.

Sociedad: Los Austrias se apoyaban y apoyaron a la nobleza y la Iglesia, manteniendo un estado fuertemente estamental. Con los Austrias Menores, la sociedad española sufrió un retroceso en un sentido conservador. Así, mientras la burguesía iba desarrollándose en los países del Norte de Europa, en España aumentó numéricamente la nobleza y el clero. La nobleza recuperó parte de su influencia política y en general, toda la sociedad se vio influida por los caducos ideales nobiliarios (honra, apariencia de grandeza, desprecio al trabajo)

Cultura: En el siglo XVI se produce la primera etapa del Siglo de Oro, el momento de mayor auge cultural de España. Entre los logros culturales más importantes de este siglo hay que citar a Francisco de Vitoria, fundador del Derecho Internacional o en literatura obras tan importante como el Lazarillo de Tormes, el Misticismo de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús o la obra de Fray Luis de León. En las artes plásticas hay que citar el Plateresco, el Herreriano, en escultura Alonso de Berruguete y en pintura El Greco.


Contrastando con la decadencia económica y política, el siglo XVII es un período de auge cultural y artístico en España: la segunda parte del Siglo de Oro, la España del Barroco. Una de las manifestaciones más importantes del Siglo de Oro fue la literatura. En España brilló la Narrativa (El Quijote de Cervantes) y dentro de ésta la Novela Picaresca (El Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, El Buscón de Quevedo), también el Teatro (Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina) y la poesía (Quevedo, Góngora). En las artes plásticas hay que destacar la Imaginería Barroca, expresión genuina de la Contrarreforma Católica, pero sobre todo la pintura de Velázquez, Ribera, Zurbarán, Murillo, etc.

Tema 4 - El siglo XVIII- Reformismo borbónico e Ilustración

TEMA 4 - El siglo XVIII- Reformismo borbónico e Ilustración

La entronización de la dinastía de los Borbones en España coincide con un serio proyecto de modernización y reforma de nuestro país que superara el atraso de la época de los Austrias Menores. De hecho, España vivió un período de expansión demográfica y económica y la administración se racionalizó. El nivel más alto de racionalización se alcanzó con el Despotismo Ilustrado de Carlos III en la segunda mitad del siglo. Por otro lado, los Borbones impusieron un modelo administrativo centralizado que chocó con la tradición descentralizada de los reinos hispánicos.

La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht

Esta guerra (1701-1713) se inició por el problema de sucesión de Carlos II de España. Este rey murió sin descendencia y en su testamento (1700) legó todos sus reinos a Felipe de Anjou (Borbón), nieto de Luis XIV, con la condición de que no dividiera los dominios españoles. El otro candidato, Carlos de Habsburgo, no aceptó el testamento e inició la guerra contra Felipe V. La Guerra de Sucesión tuvo dos vertientes:

Como guerra europea fue un enfrentamiento para obtener la hegemonía europea. Luis XIV y Felipe V tuvieron que enfrentarse a la coalición formada por Austria, Saboya, Holanda e Inglaterra.

Como guerra civil fue un enfrentamiento entre Castilla (partidaria de Felipe V) y la Corona de Aragón (partidaria de Carlos de Habsburgo). Los motivos de la Corona de Aragón eran varios, pero el principal era la sospecha de que el candidato francés acabaría con los fueros y Cortes aragonesas por la tradición centralista de los Borbones.

La Guerra fue larga e incierta, pero en 1711 Carlos de Habsburgo se convirtió en emperador de Austria por la muerte de su abuelo Maximiliano. Inglaterra, que ahora veía la posibilidad de unificación bajo un mismo rey de España y Austria y estaba en guerra para evitar una unificación de ese tipo, forzó la paz. Asimismo, en 1714, Felipe V conquistó Barcelona de modo que la Corona de Aragón se rindió.

El Tratado de Utrecht (1713) puso fin a la guerra y estableció el fin de las hegemonías y el principio del Equilibrio Europeo

Felipe V (1700-1746) fue reconocido rey de España, pero Luis XIV tuvo que renunciar a unir España y Francia.

Austria se anexionó la mayor parte de los territorios españoles en Italia y los Países Bajos.

Inglaterra se anexionó Gibraltar y Menorca, pero sobre todo, obtuvo ventajas comerciales

España fue la gran perdedora pues perdió todos sus dominios europeos (no se respetó el testamento de Carlos II).

Por ello, España no aceptó esta parte del tratado. Esto dio lugar al Revisionismo (intento de deshacer los elementos perjudiciales del tratado de Utrech) en Italia entre 1720-1730, que fracasó completamente. Eso llevó a España a los Pactos de Familia, tratados de alianza con Francia para conflictos puntuales en los que España cambiaba apoyo militar por recuperación de territorios. En los dos primeros Pactos de Familia (Guerra de Sucesión de Polonia-1733; y Guerra de Sucesión de Austria- 1743), Felipe V luchó con Francia contra Austria y recuperó los dominios italianos (Reino de Dos Sicilias y Ducados de Parma y Guastalla).

Con Fernando VI (1746-1759), España mantuvo una situación de neutralidad Sin embargo, en cuanto Carlos III subió al trono (1759-1788) reanudó el III Pacto de Familia. Este arrastró a España a la Guerra de los Siete Años (1756-1763) y la Guerra de Independencia de EE.UU. (1776-1783). Tras ella, España recuperó Menorca y Florida.

Reformas en la organización del estado.

La monarquía centralista: Los Borbones introdujeron en España los modelos administrativos franceses; esto significaba que la administración tendería a ser más racional, eficaz y centralista. Este último aspecto era el más complejo, pues la tradición de los Austrias era la de la pervivencia de múltiples administraciones descentralizadas (especialmente en la Corona de Aragón). Los Decretos de Nueva Planta (1707-1714) fueron el principal medio de centralizar la administración. Felipe V aprovechó la “traición” de la Corona de Aragón para abolir sus fueros y cortes y reducir estos territorios a las leyes castellanas, como temían los aragoneses. Tras los Decretos de Nueva Planta ya sólo quedaban Navarra y los territorios vascos con fueros propios.

Se elimina el antiguo sistema polisinodial por las Secretarías de Estado y de Despacho. Estas secretarías eran similares a los actuales ministerios, pues al frente de éstas se situaba un secretario que despachaba directamente con el rey (Secretarías e Estado, Justicia, Hacienda, Guerra, Marina e Indias).

Intendencias y Capitanías Generales: Las intendencias eran similares a las actuales provincias y los intendentes tenían amplias funciones de justicia, policía, recaudación de impuestos, etc. Los Capitanes Generales tenían la jefatura militar.

Se generalizan en todos los municipios españoles los corregidores, nombrados por el Rey.

La reforma de la hacienda fue un aspecto fundamental de la racionalización administrativa, pues permitió sanear las cuentas del estado.

En primer lugar, los gastos descendieron al finalizar las costosas guerras en Flandes.

Por otro lado, los ingresos subieron pues la antigua recaudación indirecta fue sustituida por la recaudación directa.

Las reformas de la hacienda también permitieron descargar a Castilla de todo el peso fiscal, pues los Decretos de Nueva Planta extendieron esta carga a la Corona y Aragón.

Recaudación de algunas rentas eclesiásticas, mediante la firma del Concordato con la Santa Sede.

Otros intentos posteriores de mejorar la hacienda fracasaron, sin embargo, pues atentaban contra los intereses de la nobleza y de la iglesia.

La Ilustración. La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III.

Entendemos por Ilustración el movimiento ideológico y filosófico que pretendía convertir a la razón en el principio básico de toda actividad humana: economía, sociedad, política, etc. La religión, la tradición o la superstición eran consideradas como no racionales, y por tanto no podían ser las guías de la sociedad. La Ilustración, se convertía así en un elemento de progreso y modernización social sin precedentes que, a la larga, contribuiría a los fenómenos revolucionarios del siglo XIX.

El Absolutismo era considerado por los ilustrados como un sistema político no racional (ellos proponían los principios de separación de poderes, soberanía nacional, etc.), sin embargo, algunos soberanos absolutos estaban al tanto de las ideas ilustradas y aceptaban muchas de ellas como medio de racionalizar el gobierno, la economía y la sociedad. Estos reyes son los representantes del Despotismo Ilustrado. Por tanto, el Despotismo Ilustrado mantenía el Absolutismo Político, es decir, todo el poder en manos del rey, pero con una práctica política a favor del pueblo: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

Carlos III impulsó muchos proyectos de reformas, especialmente en el plano económico. Para ello se ayudó de ilustrados que participaron en su administración (Conde de Aranda, Floridablanca, Jovellanos, Olavide) y apoyó las actividades de las Sociedades Económicas de Amigos del País. Por supuesto, muchas de estas medidas perjudicaban a la nobleza y la iglesia que mostraron su oposición y descontento en acciones como el Motín de Esquilache (1766).

Entre las reformas ilustradas de Carlos III tenemos que citar:

Reformas religiosas: limitación del poder de la Iglesia, intensificando el regalismo y limitando el poder de la Inquisición. La medida más llamativa fue la expulsión del país de los jesuitas.

Reformas en la agricultura: el principal problema para el desarrollo de la agricultura era el régimen de propiedad de la tierra, es decir, el desigual reparto de ésta. Para aumentar la disponibilidad de tierras había que desvincular y desamortizar una gran cantidad de tierras de “mano muerta”, es decir, en manos de los mayorazgos, iglesia, y municipios. Esto era prácticamente imposible pues hubiera supuesto destruir las bases del orden social estamental que sustentaba el Absolutismo. Por lo tanto, era complicado aumentar la superficie cultivable, y tampoco se invertía en modernizar técnicas y herramientas para mejorar el rendimiento de la cultivada. Carlos III no logró modificar este estado de cosas: sus medidas fueron limitadas: reducir los privilegios de los grandes ganaderos (la Mesta), colonizar tierras despobladas, obras de regadía...

Reformas en la industria: las reformas en la industria y artesanía tuvieron un alcance desigual. Por un lado se fomentaron la Manufacturas Reales (por ejemplo la Real Fábrica de Tapices de San Fernando), pero éstas sólo afectaban a productos de lujo. El rey declaró todo trabajo “honrado”, permitiendo que los hidalgos pudieran trabajar sin perder su honor. Asimismo, se creó una incipiente industria textil en Cataluña, favorecida por el proteccionismo (impuestos sobre la importación de productos de otros países)

Reformas en el comercio: las reformas del comercio exterior fueron las medidas económicas más efectivas de Carlos III: decretó la libertad de comercio con América para todos los súbditos de la Monarquía. La libertad de comercio incentivó el comercio con América, y liberalizó el comercio de granos abaratando los alimentos. Asimismo, liberalizó el comercio interior, eliminando las aduanas entre la Corona de Aragón y la de Castilla.

Reformar militares: servicio militar obligatorio y reorganización del Ejército; potenciación de la Marina, considerada necesaria para la defensa del imperio colonial. Las reformas en los astilleros permitieron convertir a España en la tercera potencia marítima después de Inglaterra y Francia.

Obras públicas. Carlos III fue conocido como el “mejor alcalde de Madrid” por embellecer la capital y dotarla de alcantarillado; por otro lado, fue importante su política caminera destinada a mejorar las vías de comunicación interior, con el proyecto del Canal de Castilla, que recorrería la Meseta Norte de norte a sur y no pudo ultimarse por falta de fondos.

Demografía, sociedad y cultura con los Borbones

Demografía: La población española creció en el siglo XVIII, pero de manera más intensa en la periferia y las grandes ciudades. Pese a ello, no podemos hablar de transición demográfica: la mortalidad y natalidad siguen siendo muy altas.España continúa en en régimen demográfico antiguo.

Sociedad: La sociedad no experimentó avances de calado. Pese a las intenciones de la Ilustración, se mantuvo el orden estamental, y los intentos de limitar los privilegios nobiliarios se vieron detenidos. La nobleza y el alto clero (básicamente nobles que habían optado por la carrera eclesiástica) no pagaban impuestos, controlaban la mayor parte de las tierras y copaban los puestos de gobierno. Como en toda Europa, asciende la burguesía (plebeyos comerciantes, profesionales y labriegos ricos) pero no logra dominar la política ni, a diferencia de en otros países, la economía. La mayoría de la población sigue siendo campesina: pequeños propietarios pobres en el norte, jornaleros (campesinos sin tierra que trabajaban por un jornal) extremadamente pobres en el sur.


Cultura: La Monarquía fomentó la ciencia, pero el conservadurismo social evitó un verdadero avance del conocimento. En literatura y arte domina el Neoclasicismo, sobria reacción contra los excesos del Barroco que no alcanza las cotas de excelencia de los siglos anteriores. La figura artística más destacada, por encima de cualquier clasificación, es Goya.